L'Eau froide (El agua fría) (1994) de Olivier Assayas

 


La rebeldía en la adolescencia es algo tan implícito en el ser humano que Assayas nos lo muestra de una forma limpia y sin prejuicios. La cámara sigue la acción de dos jóvenes hartos de la vida que les ha tocado. Enfurecidos con un mundo que no les desvela su lugar.

El director nos disecciona la obra en tres bloques. Observamos la trayectoria decadente del inmaduro, del inadaptado, del rebelde. Somos testigos de reproches que conducen a ningún lado. La rabia interna que uno vive cuando sobra y aun así es incapaz de huir. La frustración legal que custodia al tutor se enfrenta con la incapacidad de emancipación de quien esta sujeto a una figura protectora por ley. 

El refugio temporal de los iguales es la vía de escape de un encierro claustrofóbico. La comprensión mas cercana a la que agarrarse. No importan condiciones sociales ni sexuales, no importa un carácter sumiso o combativo. El refugio que te ofrece el colectivo, mas cercano a tu sufrimiento, te tiende la mano y te regala una vía de escape que se deberá aprovechar. Atrás quedaran las cenizas de una hoguera hecha de trastos obsoletos que impiden avanzar en el camino que se forja.

No importa si el destino es la salvación cuando la huida a cegado tu futuro. La angustia por la dependencia y la culpa del arrastre hacen notar su presencia en un abismo y desolador panorama. La búsqueda del porvenir es individual y personal y en los ojos de Assayas hasta poético.



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