No miréis en el sótano (Don't look in the basement) (1973) de S. F. Brownrigg


La enfermera Charlotte Beale llega al extraño hospital para enfermos mentales. Pronto comienzan a asesinar personas y alguien acosa a Charlotte.

Un slasher claustrofóbico, más efectivo que atractivo.

La obra de Brownrigg es de estética fea y pobre calidad visual, pero curiosamente ayuda en la búsqueda de un terror incómodo que es encontrado y explotado por un elenco actoral que defiende su trabajo solventemente.

Una enfermera aparece en el manicomio donde comenzará su futura aventura laboral. La ausencia del doctor que la contrató y la supervisión de una jefa provisional harán de inicio en una historia que se tornará poco a poco en un delirio sangriento y poco seguro.

Un ejercicio de cartas ocultas que el equipo técnico de la película sabe trabajar. El ritmo es irregular, pero llega con una salud de hierro al tramo final de la obra. Menos explícita en su gore y correcta en su dosis de suspense.



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